El miedo a la posible propagación de un tipo de araña que se encuentra por España ha hecho que los científicos analicen su impacto ante las nuevas preocupaciones de la población.
Los expertos recomiendan más información sobre el insecto. Se trata de la araña reclusa parda o violinista y aseguran que una mordedura suya puede provocar patologías complejas.
Investigadores del grupo de Zoología Aplicada y de la Conservación (ZAP) de la Universitat de les Illes Balears (UIB) han contribuido a aumentar el conocimiento de la araña reclusa Loxosceles rufescens con la publicación de un estudio en la Revista de Salud Ambiental.
En una nota de prensa, la UIB ha informado que las mordeduras de araña suelen producirse de forma accidental y son peligrosas únicamente en un número muy limitado de casos. Sin embargo, en los últimos años ha aumentado su incidencia en España y se atribuye a la especie Loxosceles rufescens (Dufour, 1820), conocida vulgarmente como araña reclusa mediterránea, araña violinista o araña de los cuadros, el veneno de la cual puede producir lesiones en la piel y un cuadro clínico conocido como loxoscelismo.
Recientemente, un equipo de investigadores del grupo de Zoología Aplicada y de la Conservación (ZAP) de la UIB ha publicado un estudio en el que describen cuatro casos recientes atribuibles a la Loxosceles rufescens en Mallorca, Girona y Vizcaya entre los años 2022 y 2023. Además, revisa la biología, vigilancia, control integrado, síntomas y tratamiento asociados a esta araña.
El estudio se ha publicado en la Revista de Salud Ambiental, en colaboración con investigadores del CSIC, del CIBER de Epidemiología y Salud Pública, Anticimex3D Sanidad Ambiental, Arácnidos Ibéricos y de Atención Primaria Osakidetza.
Un único caso en Mallorca
En el trabajo, describen un caso que aconteció en Mallorca en septiembre del año 2022, el único detectado hasta entonces en la isla. Una joven recibió el mordisco de esta araña en el cuello, detrás de una oreja. Recogieron el ejemplar en el mismo momento y lo suministraron al grupo de Zoología Aplicada y de la Conservación de la UIB (ZAP-UIB) para que lo identificaran.
La joven afectada tuvo que ser tratada por fiebre, dolor en la zona del mordisco, sudor, mareo y un ligero adormecimiento de las extremidades. El proceso de recuperación le duró unas dos semanas y no arrastra ninguna secuela.
La araña Loxosceles rufescens es una araña esbelta, con las patas largas y delgadas, de color marrón claro, que según como puede ser más oscuro. El tamaño de las hembras y machos es similar, y los ejemplares adultos pueden tener una longitud corporal de siete a nueve milímetros.
Este arácnido presenta dos características que le hacen único. La primera se puede observar a simple vista y es el dibujo en forma de violín que tiene en el prosoma arqueado, la parte del cuerpo donde está la cabeza. La segunda característica es que, si se dispone de una lupa o se la fotografía con un objetivo macro, se puede apreciar que la Loxosceles rufescens sólo tiene seis ojos, en lugar de los ocho de la mayoría de arañas.
Esta especie es de origen norteafricano, aunque actualmente está presente en Norteamérica, en el sudeste asiático, en Madagascar y en algunas islas del Pacífico y del Atlántico. Habita en todo el área mediterránea desde hace más de 5.000 años. Presenta una gran capacidad de dispersión para el transporte y aclimatación, ya que se esconde en lugares pequeños de los edificios, donde puede permanecer inmóvil durante largos períodos. Puede sobrevivir de tres a cinco meses sin comida ni agua.
De las 1.400 especies de arañas que habitan la península Ibérica, la Loxosceles rufescens es una de las tres que pueden provocar cuadros clínicos complejos, según los investigadores. El veneno de esta especie contiene esfingomielinasa D, una sustancia dermonecrótica que actúa a nivel vascular y tiene efectos destructivos, han explicado. Es la responsable del cuadro clínico conocido como loxoscelismo, que se manifiesta tras el envenenamiento.
La mordedura de la 'Loxosceles rufescens' suele ocurrir dentro de edificios --raramente, en el campo-- y suele pasar inadvertida o bien ser percibida como un pinchazo pequeño o moderado, han señalado. En aquellos casos en los que es inadvertida, hasta pasadas algunas horas el paciente no empieza a notar dolor o mucho picor. A partir de ese momento, la evolución cambia ampliamente entre pacientes, que pueden ser asintomáticos, presentar toxicidad local o sistémica del veneno, han precisado.
